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Tinta y fuego; Benito Olmo

            Mucha valentía ha demostrado Benito Olmo con esta novela, en la que sale un poco de la zona de confort a la que nos tiene acostumbrados, es decir, la novela negra con más o menos tintes sociales, en la que detectives más o menos profesionales han de hacer frente a tramas muy oscuras, la misma zona que le ha llevado de su Cádiz natal a Frankfurt, y de la que ahora ha saltado como si tuviera los alados pies de Apolo.

 

            Embarcarse en un thriller como éste requiere dos rasgos principales; valor y pasión, y el autor gaditano anda sobrado de cualesquiera de los dos, porque el mundo en el que ha de desenvolverse Greta, su protagonista, no puede concebirse tampoco sin ellos, porque enrolarse en un viaje por media Europa para encontrar libros perdidos no es una misión para pusilánimes, y aunque debe ganar dinero (que se lo pregunten a su hermana Marla), hay un motor permanente impulsándola, la recuperación de su prestigio, la limpieza de su propia reputación.

 

            Esa pasión la comparte con el propio Benito, que cuando oyó hablar de los libros y las bibliotecas judías que los nazis habían ido secuestrando, no pudo sustraerse y cayó atraído sin remisión por uno de los muchos enigmas que la II Guerra Mundial ha dejado sin resolver. Algún crítico caerá en la tentación de comparar esta novela con otras en las que la bibliofilia tiene también un papel protagónico, pero sería un error, ni Greta es un trasunto de Guillermo de Baskerville, ni Oleg es un Lucas Corso teutón, por trazar dos similitudes fáciles. Lo que ellos simbolizan va mucho más allá, y el enemigo al que se enfrentan, Stratos, es con bastante diferencia mucho más dañino y peligroso que otros seres oscuros que nos hayamos podido encontrar en esas otras novelas.

 




            Hay familias queriendo, y necesitando, recuperar su patrimonio literario, hay dinero de por medio tratándose de otros coleccionistas, pero también hay heridas abiertas, muy abiertas, que aún supuran y que, con más o menos ruido, exigirán una sutura que sólo el tiempo, o quizá una buena llamarada, serán capaces de realizar. Todo se va armando en torno a esos libros perdidos, a esas joyas bibliográficas y a las muertes que han ido provocando, hasta que en el último tercio la tensión explote de una manera imparable, y nos veamos siguiendo a Greta y Oleg por las inmediaciones de Cádiz (dónde si no), porque allí se han de jugar de verdad las últimas bazas de esta partida. Prepárese el lector, porque la tensión y las sorpresas terminarán por gobernarle.

 

Tinta y fuego.

Benito Olmo.

Editorial NdeNovela.

Barcelona, 2024. 480 págs.

 

Antonio Parra Sanz

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