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Leer en libertad, encuentro con Blas Ruiz Grau

Arrancar los encuentros con autor con Blas Ruiz Grau siempre es una garantía de encontrarse con una persona interesante, con un escritor que vive la literatura de una manera muy apasionada. Pero si además ese encuentro se celebra en el Centro Penitenciario de Sangonera, cuya biblioteca es un referente en la región, las expectativas aumentan de manera increíble.


Antonio Jávega lleva años dinamizando la biblioteca de Sangonera, recogiendo el testigo de don Matías, de Pascual, y ayudado ahora por Sofía y algún que otro amigo más, por eso cuando entre él y nuestro director, Paco Marín, idearon la posibilidad de este encuentro, las sospechas de éxito estaban más que justificadas.


Proponérselo a Blas y que aceptara fue todo uno, y contar con el apoyo de Carmen Carrillo, directora del centro, ha sido la guinda para disfrutar de una velada realmente extraordinaria. Y lo ha sido por todo lo que significa la lectura para los internos, una parcela de libertad que necesitan tanto como respirar, un oasis que les saque de una cruel monotonía, como nos llegó a confesar uno de ellos, la mejor de las terapias e incluso un medio para curar adicciones. Pocas campañas de fomento de la lectura podrían tener mejores lemas, y eso se debe también al trabajo callado e incansable de Antonio Jávega.

En ese marco, Blas logró conectar con los internos desde el minuto uno, por su cercanía, por la franqueza con la que les habló, no sólo de literatura, sino de la vida y de lo verdaderamente importante, lo que a veces ocultamos tras una niebla espesa que nos atenaza. Es cierto que previamente ya los había conquistado con la novela El quebrantahuesos, que ha hecho furor entre los miembros del club de lectura, llegándoles a quitar el sueño e incluso invitándoles a jugar con una posible continuación.


El autor alicantino ha disfrutado charlando con ellos, desvelándoles detalles de la creación literaria, y respondiendo a preguntas que ni el más avezado de los

críticos habría sido capaz de hacerle. Entre confesiones de personajes y tramas, se han ido deslizando cuestiones vitales, de uno y de otros, y todos los presentes hemos aprendido que literatura y vida van de la mano mucho más de lo que solemos pensar, y que un libro es también mucho más que un instrumento de cultura, que es una ventana abierta a un infinito mundo de posibilidades, a un infinito universo de libertad.


Vaya desde aquí nuestro agradecimiento a quienes regalan su tiempo, como hace Antonio, a quienes regalan su alma en cada línea, como hace Blas, y a todos los que buscan en la lectura un refugio, un placer o incluso una tabla de salvación. Tras el encuentro, nos queda la sensación de que Cartagena Negra y el Centro de Sangonera han sellado un pacto que no necesita de firmas y papeles, porque es un pacto de voluntades.




Antonio Parra Sanz

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