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A balazo limpio: Paz Castelló se enfrenta a nuestro cuestionario.

¿Qué tiene la novela negra para haber llegado hasta el favoritismo de los lectores?

Creo que la novela negra explora la parte más instintiva y primitiva del ser humano y conecta al lector con su parte emocional de una manera directa y sin rodeos. En un mundo tan complejo, con tantos recovecos, donde nos ponemos tantas máscaras sociales y emocionales, la novela negra nos permite explorar esa parte más auténtica del ser humano, la más animal, aunque no siempre la más políticamente correcta.


- ¿No correremos el riesgo de saturarnos todos y agotar el género?

Precisamente por arañar en lo más profundo del ser humano este género está condenado a no extinguirse. Las posibilidades de contar historias y además, de hacerlo de tantas formas y puntos de vista diferentes, son tan amplias que creo que tenemos género para rato.


- ¿De qué forma se ha sentido atraída por este género?

La intriga, el suspense, la relación del ser humano con la vida y la muerte, son cuestiones que me han fascinado desde muy pequeña. Digamos que fui una niña peculiar en este sentido. Leía a escondidas los reportajes de la revista Interviú sobre asesinatos y también el periódico El Caso. Debía de tener unos diez años cuando empezó a fascinarme este tipo de lecturas y muy pronto llegaron el cine y la literatura, con los clásicos como Agatha Christie y Alfred Hitchcock. A partir de ahí me convertí en una apasionada de la psicología criminal y por supuesto de la novela negra.


- Ahora que han pasado algunas décadas de expansión, ¿se atrevería a valorar la evolución que ha tenido el género en España?

Creo que España ha tenido que sacudirse muchos prejuicios en cuanto al arte se refiere. Hemos ido creciendo y poniendo a cada cosa en su sitio. Desde un punto más intelectual, el cine, la música, la literatura o el teatro español ya no tienen los complejos que tuvieron décadas atrás. Ahora nos lo creemos y eso es bueno, porque aquí hay mucho talento. En mi opinión esta tendencia está en ascenso y nos esperan unos buenos años.


- Elija a un personaje y a un autor del género a quienes les hubiese gustado conocer.

Me hubiera encantado conocer al personaje de Juan Madrid, Toni Romano, tomar una copa con él y acercarme a esa psicología tan ruda y tan frágil al mismo tiempo, y de paso, a la época de sus libros. En cuanto al autor, es muy difícil elegir, pero de alguna manera me siento muy identificada con las cosas que he leído sobre Agatha Christie. Ambas tenemos una parte doméstica, femenina, psicológica y particular de ver el mundo que se refleja en nuestras obras, así que hubiera sido un auténtico lujo compartir una velada con la gran señora del género del suspense.


- ¿Y qué le ha traído a participar en estas jornadas, qué espera de Cartagena Negra?

Me gusta compartir experiencias con otros autores, eso siempre enriquece mucho, y también con los amantes de este género. Estos encuentros generan una importante sinergia que hay que aprovechar siempre que tenemos la oportunidad. Además, es un honor formar parte de Cartagena Negra, un referente de este género y creo que es importante que haya presencia femenina.


- ¿Cuáles son sus armas y métodos preferidos a la hora de matar?

En este sentido soy muy limpia. Supongo que cumplo con el clásico de que las mujeres no matamos de una manera sangrienta. Eso no quiere decir que no pueda llegar a ser muy cruel y despiadada, se lo aseguro. Sugiero más que muestro. Me recreo mucho en la parte emocional, pero cuido especialmente los detalles que después dan pie a la investigación.


- Ahora una complicada: elija algún personaje real para quitar de en medio y justifique el crimen, claro.

¿De verdad esperan que les dé un nombre real? Les confieso que soy muy de volcar en mis personajes mis filias y mis fobias con determinadas personas más o menos públicas, así que, de alguna manera, literariamente ya he hecho de las mías, pero no diré los nombres por cuestiones obvias. En términos generales me seduce mucho la idea del “justiciero”, todo un clásico, aquel que termina el trabajo que la justicia ha dejado a medias o que, sencillamente, no ha sabido cumplir. En ese apartado entrarían muchos personajes de la vida real.


- ¿Cómo podemos valorar el papel de la mujer en la novela negra actual?

Las mujeres en la novela negra estamos como los hombres en la novela romántica, somos minoría y nos toca romper con los estereotipos. Yo no me siento incómoda, todo lo contrario, pero sí es cierto que queda mucho por hacer. Las autoras europeas están pisando fuerte, ocupando espacios y abriendo mercado, y eso a las españolas nos está beneficiando. Pero claro, siempre viene alguien y bautiza el género como Romantic Thriller y todo el trabajo hecho se va al traste. Cuando yo intentaba publicar mis primeras obras, algunos editores dijeron de mis novelas, y cito literalmente, que no eran suficientemente negras. Yo me lo tomaba a guasa y respondía que puestos a elegir un color tal vez yo escribo gris oscuro.


- En sus dos novelas ha tratado el género negro aunque mezclado con otros, ¿se va a atrever con alguna novela puramente negra?

Volvemos a la pregunta anterior y tal vez se enfaden los puristas conmigo, pero no creo en las etiquetas y mucho menos en las que son tan estrictas. Seguiré con mi gris oscuro, supongo.


- Dieciocho meses y un día habla del miedo a las agresiones, y sobre todo de las víctimas secundarias de las que nadie habla. Suponemos que escribir la novela debió ser algo estremecedor.

De todas las que he escrito y voy por la séptima, Dieciocho meses y un día ha sido la más difícil. Tiene una complejidad emocional que me hizo sufrir mucho. Siempre digo que el personaje de Sabina Lamer, una mujer trastornada y que sufre agorafobia, se me pegó a la piel como si fuera alquitrán. Como he explicado antes, le otorgo mucha importancia a lo emocional y en este caso los sentimientos eran muy contradictorios y difíciles de plasmar. Cuando acabé la novela tuve que superar una fase de duelo.


- ¿Cree que la depredación sexual del mundo real está superando a la de la ficción?

Como se suele decir, la realidad siempre supera a la ficción. He tenido oportunidad de conversar con agentes de policía y nos sorprendería mucho conocer la realidad con la que se encuentran a diario. Quizá los escritores lo que hacemos es contar esa realidad de una manera que resulte bella, adictiva o incluso interesante, me atrevería a decir, pero la vida es siempre mucho más dura, cruel y despiadada que la mente de cualquier escritor.


- Ofrézcale algún consejo al lector de novela negra.

Que le dé una oportunidad a los escritores que escribimos gris oscuro.


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