La patria de los suicidas, de Pascual Martínez
Sinopsis:
En Iznájar, Córdoba, parece que el calor fuera a asfixiarte, que los olivos se extendieran hasta el infinito en ordenadas hileras y que a los lugareños les cobraran por cada palabra que pronuncian. De eso se da cuenta Ernesto Pitana nada más llegar a su nuevo destino como sargento de la Guardia Civil. Pero lo que aún no sabe es que en la comarca se triplica la tasa de suicidios del resto de España, ni que en el pueblo hay ya esperándole un nuevo caso de ahorcamiento. Tampoco imagina hasta qué punto se complicarán las cosas cuando la viuda encuentre entre los papeles del difunto una misteriosa instantánea en la que aparecen cinco adolescentes, entre ellos su marido.
El sargento Pitana, acompañado por la impetuosa cabo Montero y en colaboración con la psicóloga Lara Campos, intentará desentrañar qué se esconde tras la fotografía, hecha a partes iguales de silencio y de secretos, en ese paisaje centenario, reseco y magnético, en esa patria de los suicidas.
Opinion:
Es impresionante ver que estamos rodeados de personas que escriben muy bien, al tiempo que nos plantean historias, cuando menos, variopintas y para hacernos pensar.
Es el caso de Pascual Martínez. Parece mentira que sea su primera novela negra, por lo menos, publicada. “La patria de los suicidas” es una tierra singular y dispar; heterogéneo, sin embargo, es el conjunto de investigadores encabezados por el sargento Pitana.
Una primera obra en la que llama poderosamente la atención el paisaje, la temperatura, los diálogos, la intriga… ese pellizco de humor y sensualidad a flor de piel y ese personaje genial: Palomeque… tremendo, inolvidable.
Planteamiento, nudo y desenlace perfectos.
He de confesar que como sobrino de guardia civil he estado en lugares más que curiosos, en el sur de España, donde algún ahorcamiento que otro y alguna actitud fueron muy similares a lo expuesto en “La patria de los ahorcados”.
Entrevista con el autor:
P.- Por favor, presente a Pascual Martínez.
R.- Creo que soy un hombre sencillo, al que le gusta escribir sus historias. Trabajo de funcionario en La Rioja y tengo 48 años.
P.- ¿Desde cuándo y por qué escribe?
R.- Escribo desde hace unos quince años, y lo hago porque para mí es una necesidad vital, una manera de tener la mente ocupada y de exorcizar mis fantasmas.
P.- ¿Cuándo, cómo y por qué nace “La patria de los suicidas”?
R.- La novela nace hace unos tres años, y surgió al leer, por casualidad, un artículo de prensa del año 1981 en que se mencionaba que en Andalucía había una zona en la que la tasa de suicidios triplicaba la del resto de España. Me intrigó tanto la cuestión que me informé sobre ella y concluí que había un material excelente para crear una novela policiaca.
P.- Publicar con Siruela una ópera prima es poco frecuente, ¿cómo se siente?
R.- He de mencionar que en el año 2014 publiqué “El morador eterno”, una novela histórica, con Siníndice, una editorial riojana, pero es verdad que “La patria de los suicidas” es mi primera inclusión en la novela policiaca. Y publicar con Siruela es un sueño hecho realizar. Aún no acabo de creérmelo. Se han dejado la piel para que el proyecto salga adelante y no puedo estar más satisfecho con el resultado final.
P.- Los personajes ¿tienen sus “avatares reales”?
R.- Es curioso, pero siempre hay algún lector o conocido que te comenta que tal o cual personaje le recuerda a alguien. No es así. Sí que es cierto que, como escritor, hay características de los personajes extraídas del mundo real, sin embargo, no existen esas personas en su conjunto. El mejor caladero para crear personajes son los bares. Entrar en un bar y fijarte en los parroquianos es un filón.
P.- Palomeque es único. Por favor, háblenos de él.
R.- Lo adoro. Es un personaje entrañable. Lo que pretendía al crearlo era darle un toque de humor a una novela en el que se tratan temas tan sórdidos como los suicidios, los ahorcamientos… Fue una válvula de escape idearlo. Quería que fuera algo así como Catarella, el agente despistado de las novelas del comisario Montalbano, de Andrea Camilleri.
P.- ¿Tiene algún referente en la novela negra?
R.- Me gusta mucho Fred Vargas. Esa manera de darle un toque esotérico a algunas de sus novelas me fascina. También me encanta el norteamericano Don Winslow, aunque es otro tipo de novela, más brutal. También me gusta la minuciosidad de Domingo Villar. Y los italianos Antonio Manzini y Andrea Camilleri.
P.- En sus relatos, prefiere: ¿psicología o sangre?
R.- Sin duda, la psicología. Huyo de esas novelas que describen la escena de un crimen con todo lujo de detalles como si fuera una película Gore. Ese morbo gratuito no me interesa.
P.- ¿Tiene algún arma favorita a la hora de matar?
R.- Cualquier utensilio es bueno para matar.
P.- ¿Cuáles son sus géneros y autores favoritos?
R.- La novela negra, sin duda. Y mis autores favoritos son Fred Vargas, Andrea Camilleri, Don Winslow. Si abordamos otros géneros, me gusta Arturo Pérez-Reverte.
P.- Como lector, se decanta por ¿libro electrónico, papel o audio libro? ¿Qué está leyendo actualmente? Recomiende un par de títulos.
R.- Yo me quedo con el papel. La sensación de tocar un libro es única. Ahora estoy leyendo “El sonido del violín”, de Andrea Camilleri, y “Yo fumo para olvidar que tú bebes”, de Martín Casariego. Muy buenos ambos. En su día me impactó “Los renglones torcidos de Dios”, de Torcuato Luca de Tena, y más recientemente, “El poder del perro”, de Don Winslow.
P.- ¿Qué manías tiene a la hora de escribir?
R.- Antes escribía en las bibliotecas, pero ahora me descentro. Mi mayor manía es escribir con el elenco y características de los personajes bien a la vista, en un corcho gigante.
P.- Relate alguna curiosidad literaria personal que le haya ocurrido y no ha desvelado hasta ahora… si la hubiere.
R.- Hacerme una fotografía con Eva García Saénz de Urturi antes de hacerse famosa. Ya por entonces me pareció encantadora.
P.- Venda su libro ¿Por qué hay que leer “La Patria de los suicidas”?
R.- Porque creo que es una novela fácil de leer,