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A balazo limpio: Clara Peñalver responde a nuestro cuestionario.

- ¿Qué tiene la novela negra para haber llegado hasta el favoritismo de los lectores?

Creo que tiene un poco de todo o, mejor dicho, creo que en la actualidad hay una novela negra para cada tipo de lector. En cuanto a técnica, yo destacaría la calidad narrativa y el gusto por la innovación. Luego están los temas que se abordan. Sangre, política, crítica social, amistad, familia, amor, sexo, miedos, filias y fobias... Todo cabe ahora en la novela negra porque por fin los autores nos hemos dado cuenta de que lo realmente importante, más allá de las reglas, es contar una historia que atrape —o demonice— el alma de su autor antes de acabar en los estantes de una librería.


- ¿No correremos el riesgo de saturarnos todos y agotar el género?

Me gustaría responder a esta pregunta con un rotundo no, pero como quedaría un pelín brusco en una entrevista escrita, voy a explicar mi respuesta. En mi opinión, el género prevalecerá más allá de modas o tendencias porque, a fin de cuentas, no deja de ser una etiqueta con la que nos referimos a un tipo concreto de novelas. Ahora bien, sí que es posible que, cuando el boom se haya apaciguado, de entre todo lo que se escribe y publica ahora, solo una pequeña parte supere la implacable prueba del paso del tiempo. Esa pequeña parte será la que, en su momento, sirva de referencia para el desarrollo de la futura novela negra. Una de las características del ser humano es la añoranza de tiempos pasados, el rescate cíclico y la reinvención de modas y tendencias, y el caso del género negro no será una excepción.


- ¿Usted se sintió desde siempre atraída por este género?

No me siento atraída por el género en sí, sino por la facilidad con que mi cabeza queda obsesivamente atrapada por una historia que podría ser catalogada de género negro.


- Ahora que han pasado algunas décadas de expansión, ¿se atrevería a valorar la evolución que ha tenido el género en España?

Podríamos decir que, dentro de mis obsesiones, la documentación ocupa un lugar primordial y, aunque la pregunta parezca sencilla, siento decir que no me atrevo a dar una opinión con la que pueda no estar de acuerdo dentro de unos meses. Si leyera novela negra con el objetivo de hacer un análisis comparativo y profundo sobre la evolución del género, mi respuesta sería otra, pero hasta hoy mis lecturas tienen dos objetivos principales. El primero es disfrutar. El segundo es aprender. Yo no escojo una novela negra porque me la hayan recomendado o porque haya roto una tendencia comercial, yo elijo una obra escrita en un tiempo verbal preciso, con un punto de vista concreto, con un uso determinado de frases y párrafos, con voces originales y rompedoras, con técnicas narrativas no exploradas hasta la fecha... Eso es lo que me mueve dentro y fuera del género, lo que más me apasiona.


- Elija a un personaje y a un autor del género a quienes les hubiese gustado conocer.

Si fuese purista, habría escogido a Highsmith para conversar sobre su proceso creativo y a Mr. Ripley, no para conocerlo, sino para observar, sin ser vista, todos y cada uno de sus movimientos. Pero si respondo con sinceridad a la pregunta, hubiera preferido pasar varias jornadas con Luca de Tena, compartir con él aquel internamiento de dieciocho días en el hospital psiquiátrico de Conxo, en Santiago de Compostela, en la fecha en la que se documentaba para escribir Los renglones torcidos de Dios, una novela que me apasiona porque, más allá de su trama, está llena de voces inolvidables.


- ¿Y qué le ha traído a participar en estas jornadas, qué espera de Cartagena Negra? Sabemos que no es la primera vez que viene.

Es mi tercera visita a Cartagena Negra y, sin duda, la que me hace más ilusión. Este año he estado inmersa en una nueva historia en la que he contado con la inestimable ayuda de varios policías de la Comisaría Provincial de Málaga. Gracias a todos ellos he podido aprender cómo se enfrentan a su trabajo jornada tras jornada, cuáles son los pasos a seguir en el escenario de un crimen, de qué forma se hacen inspecciones técnico-policiales, cómo trabajan en la calle y en el laboratorio... Me han enseñado muchas cosas que me han ayudado a dotar de realismo a la trama, aunque, he de confesarlo, en ocasiones he aderezado ese realismo con ciertas dosis de ficción y fantasía para hacer más llamativas determinadas escenas. Una cosa es la vida real y otra bien distinta, la trama de una novela. Precisamente de esto me tocará hablar, junto a Manuel Pérez —uno de esos policías de la científica que tanto me ha ayudado— y la jueza y escritora Graziella Moreno, en la mesa redonda titulada “Tinta y Sangre”, el cinco de septiembre a las siete de la tarde.


- ¿Cuáles son sus armas y métodos preferidos a la hora de matar?

Son mis personajes los que escogen armas y métodos, yo sólo me limito a facilitarles el trabajo.


- Ahora una complicada: elija algún personaje real para quitar de en medio y justifique el crimen, claro.

Opto por el mutismo, es el mejor amigo del crimen perfecto.


- ¿Cómo podemos valorar el papel de la mujer en la novela negra actual?

Mi opinión es bastante tajante: el papel es el mismo. En este género hay escritoras buenas, malas y regulares, del mismo modo que existen escritores buenos, malos y regulares. Esto, al menos desde que yo publico, me ha parecido así, por eso siempre me han molestado mucho los titulares del estilo de “Ellas también matan” o “Ellas también escriben noir”. Donde sí he encontrado un cambio es en el peso de la mujer en la novela negra actual. Por suerte, poco a poco hemos ido desterrando esos titulares y esas mesas redondas en las que nos veíamos obligadas a defendernos como autoras aptas para este género. Poco a poco hemos ido ocupando lugares visibles e importantes en las librerías, en la prensa y en las mesillas de noche de los lectores de ambos sexos. Poco a poco vamos consiguiendo que el género, más allá del que corresponde a la historia en sí, deje de importar.


- Hace tiempo que no sabemos nada de Ada Levy, ¿volveremos a disfrutar de su detective?

Es posible, pero por ahora vamos a tener que conformarnos con Carol Medina, una inspectora de policía judicial que, tras haber sido apartada de un caso de asesinato por agredir a su único sospechoso, se ha visto obligada a encargarse del homicidio de una escritora cuya mente dislocada va a romperle todos los esquemas. Las voces de Carol, una novela de la que me siento muy orgullosa, saldrá a la venta el cuatro de octubre con Ediciones B y espero que me depare grandes sorpresas.


- ¿Qué tienen los cementerios que tanto le llaman la atención?

El silencio, la paz, el peso de las ausencias, el poderoso anclaje que las tumbas suponen para los dolientes que, una vez a la semana o una vez al año, acuden en peregrinación a presentar sus respetos o a compartir con sus muertos lo que la vida les ha deparado.


- Usted imparte talleres literarios, ¿se puede enseñar a escribir novela negra?

Por supuesto que sí, sobre todo teniendo en cuenta que la novela negra, pese a lo flexibles que son sus reglas, sigue teniendo una “receta”. Lo difícil, para mí y para cualquier escritor, no solo para los que aprenden a moverse dentro del género, es escribir una gran novela negra. Como diría Juan Díaz, un director editorial de Penguin Random House al que le debo mucho, para escribir una gran novela —da igual de qué color sea—, no solo hace falta saber escribir, también es necesaria una dosis alta de talento. Me lo dijo hace unos cuatro años y yo no he sido capaz de darle la razón hasta que me he dado cuenta de lo rematadamente complicado que es estar a la altura de los grandes.


- Ofrézcale algún consejo al lector de novela negra.

Que aproveche la riqueza, cuantitativa y cualitativa, del género para leer libros que realmente le apasionen, sin importar quién firma la historia que tiene entre manos: hombre o mujer, autor novel o consagrado. Lo único importante es pasar un buen rato leyendo y saborear, al cerrar el libro, los mejores momentos.

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