Lejos del corazón de Lorenzo Silva
Con motivo de ‘Lejos del corazón’ en el vigésimo aniversario de las andanzas de Bevilacqua y Chamorro, dedicamos una reseña a uno de nuestros grandes escritores negrocriminales: Lorenzo Silva
Sinopsis:
Un joven de veinticinco años, con antecedentes por delitos informáticos, desaparece en la zona del Campo de Gibraltar. Hay testigos que aseguran haber visto cómo un grupo de hombres lo abordaban en plena calle y lo metían a la fuerza en un coche. Poco después de su desaparición, se reclama por él un abultado rescate en efectivo, que los suyos abonan sin rechistar. Desde entonces, no se vuelve a saber de él, lo que hace pensar que han acabado con su vida.
Tres días después de la desaparición, el subteniente Bevilacqua y la sargento Chamorro reciben el encargo de tratar de esclarecer lo ocurrido. Viajan para ello al Estrecho, donde se encuentran con un microcosmos en el que las leyes son relativas, el dinero negro corre a raudales y su blanqueo es una necesidad cotidiana. Un lugar lejos del corazón de todo donde nada es de nadie y todo puede tomarse, donde nadie mira y nadie ve, y donde, en fin, cualquier cosa es posible.
Reseña
Aniversario a lo grande
Lleva Lorenzo Silva a sus criaturas a un territorio fronterizo para conmemorar el vigésimo aniversario de la serie, y tal vez fuera necesario que dicho aniversario transcurriera en la zona del Estrecho, en el Campo de Gibraltar, donde a veces nadie ve ni oye porque todos saben y todos callan, donde las normas son especiales y hay que adaptarse a ellas nada más poner el pie en aquella tierra. Acaso era el mejor lugar para que el lector vea hasta dónde han llegado Vila y Chamorro en esta carrera que iniciaran con El lejano país de los estanques.
Una carrera que les ha llevado por casos y lugares de todo pelaje (algún día haremos una retrospectiva en condiciones de dicha carrera policial y literaria), y con la que Lorenzo Silva siempre ha intentado estar al cabo de la calle, o lo que es lo mismo, prestando siempre atención a la sociedad en la que vive, en la que vivimos todos, incluidos también los beneméritos protagonistas de esta serie. No hay, en cambio, exceso de nostalgia, ni tendría por qué haberlo, no se trata de que a cada entrega estemos contándole las arrugas al subteniente, o los resquemores a la sargento, es más bien la constatación de que ese tiempo pasa para todos, con todo lo bueno y lo malo que nos quiera traer.
El inicio de la novela nos presenta al hijo de Bevilacqua siguiendo ya los pasos del padre, convertido en un número más de un cuerpo que le ofrece una perspectiva que tal vez la abogacía no le proporcione (¿les suena esto a los incondicionales de Lorenzo Silva?), madre e hijo de Vila cierran el círculo de este maduro caimán que ya hace tiempo que ha aprendido a lidiar con los dobleces del tiempo.
Pero la obligación manda, y el secuestro de un informático les lleva hasta la zona gibraltareña, a donde se desplaza el equipo casi completo, dispuesto a colaborar con la dotación fronteriza, una de las más numerosas del país, por razones obvias.
Luego, el panorama de aquellos lares está contado con naturalidad, con soltura y sin aspavientos, ni narrativos ni de conciencia, con los pies con el plomo justo para que el lector perciba el ambiente que allí se vive, y precisamente contado por boca de quienes lidian a diario con él. El contrabando, la droga, las planeadoras, los servicios de recogida, el silencio de los que ni ven ni oyen porque cobran, todo está en estas páginas, pero aderezado con aspectos tan novedosos como el dinero electrónico, los bitcoins o criptomonedas, la manera de fabricarlas, los resquicios fiscales, las expectativas para blanquear dinero. Todo conformando un universo en el que todo es posible, que una multitud apedree a una pareja de picoletos en una tienda, o que un atildado abogado gibraltareño imparta lecciones de supuesta ética económica.
La contemporaneidad de Lorenzo Silva en su más pura esencia, una investigación a más de tres bandas que se ve recrudecida por un segundo secuestro. Una vez más el autor madrileño ha conseguido crear una novela redonda que, además, guarda alguna que otra sorpresa que no olvidarán fácilmente los lectores asiduos de Bevilacqua y Chamorro.